Una iglesia holandesa indicó este viernes que seguirá acogiendo a una familia armenia, que se encuentra refugiada en su interior desde hace ocho semanas para evitar su deportación, pese a la negativa de concederle el asilo del gobierno holandés.
Tras ver denegada su última petición de asilo, lo que podía comportar su extradición, la familia Tamrazyan abandonó su casa a finales de octubre y se refugió en una pequeña iglesia protestante holandesa.
Desde entonces, unos 650 pastores dan misa de forma constante, ya que la policía holandesa no puede entrar en un lugar de culto durante una ceremonia religiosa.
“El secretario de Estado de Justicia, Mark Harbers, indicó claramente el jueves que no utilizará su poder discrecional para conceder un permiso de residencia a la familia Tamrazyan”, anunció el viernes la iglesia de Bethel, donde se refugió la familia.
“La Iglesia protestante de La Haya no puede aceptar esta negativa y seguirá acogiéndola”, afirmó en un comunicado.
En casos excepcionales, el Ministerio holandés de Justicia puede conceder un permiso de residencia a menores amenazados por una orden de expulsión.
La iglesia de Bethel, que esperaba un gesto de la parte de Harbers la semana antes del día de Navidad, “lamentó la posición dura e injusta” del secretario de Estado.
“Justo antes de Navidad, cuando celebramos los actos de amor y de paz de Dios hacia la humanidad, nos sentimos reforzados para no abandonar nuestra responsabilidad respecto a la familia Tamrazyan”, declaró Theo Hettema, presidente de la Iglesia protestante de La Haya.
Contactado por la AFP, un portavoz del secretario de Estado de Justicia defendió que la situación no había cambiado y que su posición seguía siendo la misma.
La hija mayor de la familia, Haryarpi Tamrazyan, de 21 años, llegó a Holanda hace nueve años acompañada de sus padres y de su hermana de 19 años y de su hermano pequeño de 14 años.
“Mi hermano, mi hermana y yo hemos crecido aquí”, explicó a mediados de diciembre durante una rueda de prensa.
La historia de la familia Tamrazyan resulta similar a otro caso que conmovió la sociedad holandesa en septiembre. Entonces, dos adolescentes, que estaban a punto de ser expulsados, recibieron finalmente la autorización de Harbers de quedarse en Holanda.