En un sorprendente avance en la rehabilitación de la enfermedad neurodegenerativa sin cura, un hospital público de Buenos Aires ha implementado un programa de tango que ha transformado la vida de sus pacientes.
Desde hace 15 años, el hospital Ramos Mejía organiza talleres que, con la guía de danzaterapeutas y el apoyo de neurólogos, buscan mejorar los síntomas del Parkinson mediante la danza caminada.
Unos 200 pacientes han participado en estos talleres, donde la música y el movimiento se convierten en poderosas herramientas para luchar contra el bloqueo motor, la rigidez y la pérdida de equilibrio.
La neuróloga Nélida Garretto explica que el tango trabaja la detención y el inicio de los pasos, estrategias clave para mejorar la marcha.
La iniciativa no solo busca investigar el impacto de esta terapia, sino también ofrecer a los pacientes herramientas para elevar su calidad de vida.
Los resultados son alentadores: muchos hallan formas de paliar síntomas como el bloqueo de los pies, y algunos incluso encuentran en el tango una vía para salir del «congelamiento», como relata una paciente que intenta hacer el clásico «ocho» con sus pies. «Con la música se puede salir de situaciones complejas», asegura la neuróloga Tomoko Arakaki.
Para Lidia Beltrán, de 66 años, quien nunca había bailado tango y fue inducida por su médico, bailar ha significado más que un ejercicio: es un acto de resistencia y esperanza. «Si es para detener el avance, lo tengo que hacer, hay que bailarla a la vida», afirma.
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El taller también es un estímulo contra el aislamiento social y la depresión que suele acompañar al Parkinson. Emilia, de 86 años, describe el tango como «la felicidad de cada martes», y su historia refleja cómo esta terapia le devuelve recuerdos y alegría.
Expertos resaltan que el secreto del éxito radica en que el tango requiere seguir un ritmo, bailar en determinada dirección e interpretar la pareja, lo que estimula la resolución de múltiples mensajes simultáneos, fortaleciendo habilidades cognitivas y motrices.
El programa continúa en proceso de organización para una próxima edición, con evaluaciones que evidencian mejoras en marcha, equilibrio y función cognitiva.
Una iniciativa que demuestra que, en la lucha contra el Parkinson, bailar no solo es un arte, sino también un poderoso remedio.





