Indonesia aumentó el jueves el nivel de alerta para el volcán que causó un tsunami en el estrecho de la Sonda, y cuya actividad podría engendrar una nueva ola mortal.

Las autoridades llevaron el nivel de alerta a “elevado”, es decir el segundo más importante. La aviación civil pidió a todos los aviones que eviten la zona.

También extendieron a cinco kilómetros el radio de la zona prohibida en torno al Anak Krakatoa, “hijo” del legendario Krakatoa. Instaron a los habitantes a mantenerse alejados del litoral, tras el tsunami que se abatió el sábado por la noche contra las costas del estrecho, entre las islas de Sumatra y Java.

Según los expertos, la tragedia siguió a una erupción moderada que provocó un hundimiento submarino de una parte del volcán y el desplazamiento de masas de agua. El último balance hasta la fecha da cuenta de 430 muertos, 1.495 heridos y 159 desaparecidos.

Anak Krakatoa es una pequeña isla volcánica que surgió en el océano medio siglo después de la mortífera erupción del volcán Krakatoa de 1883, que dejó más de 36.000 muertos. Es uno de los 127 volcanes activos de Indonesia.

El jueves, el Anak seguía expulsando nubes de cenizas, por lo que el riesgo era mayor para los barcos que navegaran por las inmediaciones.

“Hay un mayor riesgo de erupción”, declaró el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Catástrofes, Sutopo Purwo Nugroho.

“La gente [cerca del volcán] podría ser alcanzada por piedras ardientes, por el derrame de [flujos] piroclásticos y espesas cenizas”, añadió.

– “Rezad por nosotros” –

“Hemos incrementado el nivel de alerta a causa de un cambio en las características de la erupción”, declaró el jueves a la AFP un responsable del Observatorio del Krakatoa, Kus Hendratno.

Los flujos piroclásticos no suponen un riesgo inmediato para las ciudades de la región porque el volcán se encuentra en una isla en medio del estrecho y alejada de los centros de población. Pero el cambio de nivel de alerta acrecentó los temores de los habitantes, ya asustados ante la idea de volver a sus casas.

“Rezad por nosotros para que todo salga bien”, rogó por su parte Sukma, agente de seguridad en Mutiara Carita Cottages, cuyos edificios están totalmente devastados.

“Esto me preocupa”, declaró Ugi Sugiarti, cocinero del hotel Augusta de Carita, una de las localidades más afectadas por el tsunami. “Ya he sido evacuado”.

Cerca de 22.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares tras el tsunami y ahora están viviendo en refugios.

El miércoles por la noche, las autoridades advirtieron que el viento arrastra las cenizas y la arena hasta las localidades de Cilegon y Seran, en la isla de Java, y exhortaron a los habitantes a llevar gafas y mascarillas si salían de casa.

Las lluvias torrenciales provocaron inundaciones en algunos sectores, complicando las labores de los socorristas, y lastrando un poco más la vida de las personas afectadas por el tsunami.

Los médicos alertaron de la falta de medicamentos y de agua potable, alimentando los temores de una crisis sanitaria.

Es la tercera catástrofe en el archipiélago en los últimos seis meses, tras una serie de sismos en la isla de Lombok en julio y agosto, y de un tsunami en Palu, en la isla de Célebes, que causó 2.200 muertos y miles de desaparecidos en septiembre.

Indonesia, una de las zonas más proclives a sufrir catástrofes de la Tierra, se encuentra en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, donde coinciden placas tectónicas y se produce una gran parte de las erupciones volcánicas y sismos del planeta.

El 26 de diciembre de 2004, un tsunami desencadenado por un sismo submarino de magnitud 9,3 frente a las costas de Sumatra, en Indonesia, causó la muerte de 220.000 personas de varios países del océano Índico, 168.000 de ellas en Indonesia.