¿Qué hay que hacer cuando los obreros deciden hacer huelga? “Llamar a la policía y reprimirla”, responde el profesor de una escuela de negocios en Pekín, reflejo de la transformación de China en los últimos 40 años, del comunismo al capitalismo autoritario.
Aunque sigue siendo oficialmente un país marxista, las autoridades chinas favorecieron la creación de escuelas de comercio para formar a los directivos de sus miles de grandes empresas, tras la transformación económica iniciada en 1978 hacia el capitalismo de estado.
“Hace 40 años, la idea de que hubiera una escuela de comercio era prácticamente inimaginable”, recuerda Mao Jiye, decano de la Universidad Renmin en Pekín, una de las más prestigiosas del país.
China cuenta actualmente con 300 escuelas de negocios.
La escuela de negocios de esta universidad asegura ser la primera en China en la que se puede cursar un MBA, un máster de negocios que imita el modelo estadounidense. Los estudiantes aprenden las técnicas modernas de dirección y gestión de empresas, pero adaptadas a la complejidad de la economía china.
Todas las empresas estudiadas son chinas, desde el fabricante estatal de electrodomésticos Haier hasta los gigantes del sector digital como Alibaba o Tencent.
“Nos aconsejan que tengamos una gran imaginación [en la aplicación de la teoría económica] porque el mercado está muy diversificado, internacionalizado y se encuentra en plena mutación”, explica Li Tangge, un estudiante del MBA.
– Proletarios y millonarios –
Cerca de mil estudiantes cursan cada año los estudios de esta prestigiosa escuela de comercio. Un centenar de ellos son extranjeros.
Estos últimos “intentan conocer mejor el contexto chino y cómo se aplica la teoría occidental en China”, explica Mao Jiye.
Fruto de la herencia maoísta, las empresas públicas controlan sectores estratégicos de la economía.
No obstante, el número de multimillonarios no deja de crecer y, según datos publicados en octubre, el país ya cuenta con 600 ricos con una fortuna superior a los mil millones de dólares.
Las relaciones familiares y los contactos siguen siendo un factor crucial para el éxito económico en un país donde la corrupción es moneda corriente.
La llamada “economía de mercado socialista” no impide el aumento de las desigualdades en un país oficialmente marxista y dirigido en teoría por el proletariado.
“Reflexionamos en cómo ayudar a las empresas a aumentar su productividad y en prosperar. No creo que esto sea contradictorio con los principios socialistas”, defiende Mao Jiye.
Tras su designación a finales de 2012, el presidente chino, Xi Jinping, intenta rejuvenecer el marxismo. El Partido Comunista Chino dispone de células en las empresas privadas, incluso en las compañías extranjeras.
Sin embargo, grupos de estudiantes universitarios que reivindicaban el legado de Marx se enfrentaron a las autoridades durante las últimas semanas, tras haber apoyado a obreros en huelga en el sur del país y defendido los derechos de los trabajadores.
Reflejo del nerviosismo de las autoridades, censuraron repetidamente la palabra “huelga” en las redes sociales.