Las autoridades londinenses, enfrentadas a cifras de criminalidad en alza desde hace varios años decidieron tratar este fenómeno como un problema de salud pública y aplicar métodos utilizados en la lucha contra las epidemias.

Solo en 2018, Londres ha sido el escenario de 133 homicidios, de los cuales dos tercios se cometieron con arma blanca. El número de agresiones con cuchillos que han provocado heridas se eleva a 5.570, un nivel récord.

Ante estas estadísticas, una solución parece contar con el consenso de la clase política británica y tratar estos crímenes como una epidemia.

Las autoridades escocesas adoptaron la misma estrategia a partir de 2005, poco después de que Escocia fuera calificada de “nación más peligrosa del mundo desarrollado” en un informe de Naciones Unidas, según el cual 2.000 escoceses eran agredidos cada semana.

Este enfoque, teorizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), parte del principio de que la violencia es un fenómeno contagioso: las personas expuestas o víctimas de violencia serán más susceptibles de reproducir comportamientos violentos. Por lo tanto, hay que evitar el contagio.

En Escocia, se implementó una Unidad de Reducción de la Violencia (SVRU por sus siglas en inglés) para aplicar esta idea, contó a la AFP su director Niven Rennie.

“En diez años, hemos reducido el número de homicidios, agresiones y la posesión de armas en más del 50%”, declaró.

Para ello, la unidad desarrolló una estrategia en tres etapas. Primero, reforzó las penas contra los individuos portadores de armas o autores de agresión para aislarles y limitar la propagación de la violencia.

Después, identificó a las personas más peligrosas, centrándose en las pandillas, para proponerles un acompañamiento hacia el empleo y hacia una vida “estable”. “Descubrimos que un gran número de personas implicadas en la violencia buscaban en realidad una salida. Fue un gran descubrimiento en aquel momento”, precisa Rennie.

A partir de 2012, la unidad desarrolló acciones de prevención en las escuelas o los hospitales para consolidar los resultados obtenidos.

Si la violencia conyugal o sexual sigue siendo el centro de preocupación, el método escocés se ha convertido en un ejemplo a seguir, y los responsables políticos londinenses acuden a Glasgow en busca de ideas.

En el parlamento británico, el grupo multipartito sobre violencia con arma blanca apoya la unidad, así como la Comisión sobre la Violencia Juvenil. Incluso ha sido objeto de un debate en sesión plenaria el 13 de diciembre por primera vez.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan lanzó su propia Unidad de Reducción de la Violencia, copiando hasta el nombre. Y el distrito londinense de Lambeth, uno de los más afectados por la criminalidad juvenil y las agresiones con cuchillos, elabora actualmente una estrategia basada en este planteamiento de salud pública.

– “Sentimiento de inseguridad” –

Según una investigación realizada por la Youth Violence Commision, el 70% de los londinenses de entre 8 y 24 años están expuestos a situaciones de “violencia grave” al menos una vez al mes.

“Hay que comprender el sentimiento de inseguridad que sienten estos jóvenes”, señala a la AFP Duncan Bew, cirujano en traumatología en el King’s College Hospital de Londres, y experto de la Comisión. “Es por esto que empiezan a llevar armas, porque se sienten en peligro”.

El médico expresa su frustración de ver pasar a estas víctimas por su mesa de operaciones, cuando considera que algunos actos violentos podrían “evitarse”.

El criminólogo Simon Harding, de la universidad West London, alerta en cambio de las dificultades de aplicar este método sin la participación de las personas interesadas. “Las respuesta vendrán de las comunidades”, declara a la AFP.

Aboga por un acercamiento “a medida”, adaptado a las particularidades sociológicas londinenses, y que implique tanto a las autoridades como a las asociaciones, las escuelas o los hospitales, siguiendo el ejemplo escocés.