A través de un espacio virtual, la ministra de Desarrollo Social (MIDES), Markova Concepción Jaramillo, junto a María-Noel Vaeza, directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres y otras especialistas, presentaron el documento “Panamá: el impacto de la pandemia del COVID-19 en las mujeres. Diagnóstico y recomendaciones para la reactivación económica y social”.

El estudio reveló que las mujeres son las primeras en responder como trabajadoras del hogar remuneradas (empleadas domésticas) o no remuneradas (amas de casa), como profesionales de la salud, voluntarias de la sociedad civil, voluntarias comunitarias y cuidadoras remuneradas.

En ellas los efectos de la crisis se multiplican al ser las “responsables designadas” de evitar el contagio familiar, mantener la salubridad del hogar, dar soporte emocional y administrar los recursos de la familia.

Además, trabajan en primera fila en los sectores imprescindibles para la satisfacción de las necesidades básicas en el sector salud (hospitales, laboratorios, farmacias, limpieza, administración, etc.) y en el comercio minorista donde son el 52% (De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo), entre otros.

También se analizan los indicadores económicos de la mujer panameña. Antes de la pandemia aproximadamente una de cada cinco personas en Panamá vivía en pobreza multidimensional. Pero en las regiones indígenas las proporciones se elevan: 93.7% en las mujeres Gunas, 89.8% en las mujeres Ngäbe Buglé y 70.9% en las mujeres Emberá.

Además, las mujeres sin ingresos propios de 15 y más años son el 25%, entre 15-24 años son el 44.4% y en el área rural 53.8%.

De acuerdo con los expertos, estos indicadores representan las mayores desigualdades que experimentan las mujeres y que han afectado sus vidas desde antes de la pandemia. Frente a este panorama las expertas coincidieron que la agenda estatal debe incluirlas en los planes de reactivación de la economía de una forma visible, con su participación y en atención al cuidado.