De rodillas, unos treinta hombres y mujeres rastrean el suelo, centímetro por centímetro. El objetivo: detectar minas en una zona del este de Ucrania que lleva años en guerra.

El equipo de desminado trabaja en un cerro de 74.000 m2 donde se detectaron “señales directas” de la presencia de minas antitanque.

Esta antigua zona de pastos, ubicada en Chuguinka, un pintoresco pueblo rodeado de bosques de pinos en la región de Lugansk, a 25 km al oeste del frente, se encuentra cerrada con carteles en inglés que rezan “Peligro minas”.

“Todo el pueblo la usaba. Es por ellos que nos ocupamos del desminado, para que un día podamos decir a los habitantes: ‘aquí todo está limpio'”, asegura Anatoli Radchenko, exempresario que se convirtió en jefe de desminado. Está equipado de un chaleco antibalas azul y de una máscara de protección, al igual que sus colegas.

El equipo, integrado por ucranianos, fue formado y financiado por la Fundación suiza de desminado (FSD), una organización con base en Ginebra. Con la ayuda de sondas manuales y detectores de metales, los integrantes deben localizar las minas, marcarlas y alertar a los servicios de rescate del Estado, encargados de desactivarlas.

Un trabajo peligroso y muy lento

En seis semanas, el equipo examinó menos del 5% del terreno. 

– “Trabajar pese a todo” –

Los separatistas prorrusos, cuya guerra con las fuerzas de Kiev ha dejado más de 10.000 muertos, controlan desde 2014 una parte de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk.

Según Kiev y los países occidentales, Rusia da apoyo militar a los separatistas, lo que Moscú niega pese a numerosos testimonios recogidos por los medios de comunicación.

Los acuerdos de paz de Minsk de febrero de 2015 permitieron reducir los enfrentamientos, pero siguen estallando olas de violencia de manera regular, y las explosiones de minas siguen haciendo aumentar el número de víctimas.

“Alrededor de 7.000 km2 están sembrados de minas (…) en el este de Ucrania, lo que la convierte en una de las regiones con más minas en el mundo”, alertó en diciembre la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en un comunicado.

Según la ONU, más de 1.600 civiles murieron o resultaron heridos por ese tipo de armas desde el inicio del conflicto mientras que más de dos millones de ucranianos, entre ellos 220.000 niños, siguen expuestos al riesgo.

Andri, un agricultor de 32 años que vive con su familia en Chuguinka cultivando trigo, tiene que tomar en cuenta los peligros de su trabajo. Durante la cosecha, uno de sus colegas de un pueblo vecino resultó herido por una mina.

“Para un conductor de tractor, siempre hay un riesgo de saltar sobre una mina”, suspira este hombre. “Pero pese a todo, hay que trabajar”, apostilla.

Además de la FSD, dos otras organizaciones humanitarias, The HALO Trust y el Grupo de desminado danés (DDG) se ocupan de desminar zonas en Ucrania, pero sólo lo hacen en territorios controlados por Kiev.

Del otro lado del frente, son las autoridades separatistas que llevan a cabo las actividades de remoción de minas. No revelan la superficie afectada pero, al igual que las autoridades de Kiev, admiten que el proceso tardará años.