AFP- Iquitos, Perú
La temperatura supera los 31 grados a la sombra. El follaje de palmeras atempera el calor abrasador que baña la reserva natural Pacaya Samiria, uno de los pulmones del planeta en plena Amazonía de Perú, donde proteger la biodiversidad es un mantra.
Aquí viven siete comunidades que aprovechan los recursos naturales de la reserva. Una de ellas es la comunidad 20 de enero, compuesta por 95 familias que desde hace 18 años viven del sembrado y cosecha del aguaje (Mauritia flexuosa), el fruto emblemático de la reserva.
Antes los pobladores cortaban las plantas, que crecían hasta 40 metros, para recoger los aguajes. Ahora, para luchar contra la tala, recogen los frutos subiendo a las palmeras con un sistema constituido de dos cuerdas, conocidas como estrobos.
La cosecha se comercializa para la preparación de jugos, jabones y aceites medicinales, utilizados contra la caída del cabello y el estrés.
“Para nosotros el aguaje es un tesoro. Estamos conservando este recurso para nuestros hijos. Acá se talaba el árbol, pero ahora lo conservamos”, dijo a la AFP Wiler Tuesta, presidente de la Asociación de Productores y Procesadores de Aceite de Aguaje.
Este hombre, que vive en condiciones precarias en una vivienda de madera y con techo de hojas de palmera, afirma que las autoridades no les dan suficiente apoyo.
“En la comunidad no tenemos luz, agua, salud”, dice. “Estamos olvidados”, se lamenta desde este lugar donde solo se puede llegar en peque peque, una embarcación con motor pequeño, navegando por el río dos horas desde Nauta, en la ciudad portuaria de Iquitos, a unos 1.000 km al noreste de Lima.
– Megadiversidad –
En Pacaya Samiria existen 30.810 hectáreas de aguajales, llamados popularmente “bosques de la vida”, las áreas pantanosas donde crecen los aguajes.
Recientemente, el presidente Martín Vizcarra eligió esta reserva para lanzar el plan Patrimonio Natural del Perú, un fondo que destinará 140 millones de dólares a proteger 38 áreas naturales que abarcan 17 millones de hectáreas del país.
“Vamos a promover la cultura de la conservación y sostenibilidad para cuidar nuestras áreas protegidas”, aseguró Vizcarra desde la localidad de Buenos Aires, a orillas del río Marañón.
Ubicada en la región Loreto, la reserva natural de Pacaya Samiria es un área de bosque húmedo tropical inundable y tiene una extensión de más de dos millones de hectáreas, donde se aprovechan más de 60 especies de flora y fauna silvestre.
Además del aguaje, en estas áreas amazónicas habitan miles de especies de flora y fauna, como la tortuga taricaya, el otorongo (jaguar en quechua) y el paiche, también conocido como pirarucú o arapaima, un pez de agua dulce considerado como uno de los más grandes del planeta.
La Amazonía cuenta con la mayor reserva de agua y la más variada biodiversidad de Perú, uno de los diez países más megadiversos del mundo.
“El área natural protegida son el pulmón del mundo, hay que cuidarlas y protegerlas”, dice a la AFP Jacobo Rodríguez, coordinador de la Cuenca Yanayacu Pucate, en Pacaya Samiria.
– Guardianes de la Amazonía –
Creada hace 46 años, esta área natural alberga una importante población indígena que aprovecha sus recursos naturales.
Según el ministerio de Ambiente, más de tres millones de hectáreas de territorios indígenas se encuentran superpuestas a las áreas naturales protegidas.
Las comunidades están logrando preservar la selva y generar sostenibilidad para mejorar su calidad de vida, de acuerdo con las autoridades peruanas.
La iniciativa puesta en marcha cuenta con apoyo de organizaciones como World Wildlife Fund (WWF), Andes Amazon Fund, Fundación Moore y Fondo para el Medio Ambiente Mundial.
“Necesitamos que otros países sigan el liderazgo de Perú para proteger la Amazonía”, afirma Carter Roberts, de la WWF.
Algunos expertos estiman que el planeta se halla peligrosamente en un punto de inflexión en la Amazonía, donde se ha perdido 17% de la selva en los últimos 50 años, acercándose cada vez más al 20% en el que se estima que los bosques se secarían.
Perú ocupa el cuarto lugar en extensión de bosques tropicales a nivel mundial. Estos bosques capturan y secuestran carbono, ayudando a mitigar los efectos del cambio climático.