La orden del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de bloquear el desplazamiento de buques petroleros sancionados desde y hacia Venezuela reactivó la tensión bilateral entre Washington y Caracas y recordó crisis previas que han afectado la industria de hidrocarburos del país suramericano.

La decisión siguió a la incautación del petrolero Skipper en aguas internacionales cerca de Venezuela, bajo orden judicial y en el marco del despliegue militar estadounidense en el Caribe.

El gobierno venezolano rechazó el bloqueo y denunció intenciones “guerreristas” por parte de Washington. La vicepresidenta Delcy Rodríguez afirmó que se mantienen operativos todos los procesos de la industria, mientras PDVSA señaló que exportaciones y buques continúan con aseguramiento técnico.

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Chevron mantiene operaciones en Venezuela mediante una licencia del Tesoro de Estados Unidos que la exime de sanciones vinculadas al crudo venezolano.

El episodio revive recuerdos de crisis petroleras anteriores, como el paro de 2002-2003, que redujo la producción y provocó pérdidas millonarias, y la escasez de combustible de 2020, atribuida a sanciones, falta de inversión y mantenimiento.

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