El gobernador de California, Gavin Newsom, anunciará el miércoles una moratoria en las ejecuciones que beneficiará a los 737 detenidos en el “corredor de la muerte” de este estado.

“La pena de muerte es inconsistente con nuestros valores fundamentales y afecta al corazón de lo que significa ser un californiano”, debe decir Newsom, un demócrata, en un discurso, según extractos divulgados por su oficina.

“Matar a otros intencionalmente es incorrecto, y como gobernador, no permitiré que nadie sea ejecutado”, dirá el gobernador, declarado contrario a la pena de muerte desde hace años, y que desde enero está al frente de California.

Newsom firmará un decreto que pondrá fin al protocolo de inyección letal previsto en el estado y ordenará el cierre de la sala de ejecuciones de la prisión de San Quentin, cerca de San Francisco.

De acuerdo con la oficina del gobernador, las cárceles de California albergan una cuarta parte de todos los presos condenados a muerte en Estados Unidos. La última ejecución en el estado se remonta a 2006.

De los 737 presos condenados a muerte en California, 25 han agotado todos los recursos posibles.

La decisión fue rechazada por el presidente Donald Trump, un republicano, quien dijo que Newsom estaba “desafiando a los votantes” al declarar la moratoria en las ejecuciones de esos “asesinos sin piedad”.

“Amigos y familiares de las siempre olvidadas víctimas no están emocionados y tampoco yo”, añadió en Twitter.

La senadora Kamala Harris, una de un nutrido grupo de aspirantes a la candidatura demócrata para las presidenciales de 2020, dio la bienvenida a la medida para acabar con el “profundamente fallido sistema de pena capital en California”.

“La pena de muertes es inmoral, discriminatoria, inefectiva y está probado que se aplica de forma inequitativa”, añadió.

California se unirá a Colorado, Oregon y Pensilvania, que tienen prohibiciones similares, y a otros 20 estados que han abolido la pena de muerte por completo, dijo Human Rights Watch.

Según esa organización, la aplicación de la pena capital está en retroceso en Estados Unidos, con 25 ejecuciones en 2018 frente a 98 en 1999. Tres condenados a muerte fueron ejecutados en todo el país este año.